La Historia de Stephitas Best y sus Panades Beliceñas
Las panades, comúnmente conocidas como la versión beliceña de la empanada, son un platillo callejero muy querido en todo el país. En la ciudad de Belize, Stephanie Carcamo ha convertido este ícono de la gastronomía popular en un emprendimiento exitoso, demostrando que las panades pueden ser mucho más que una simple comida: pueden ser una oportunidad para crecer.
“Hace unos años buscaba panadas de calidad, y no las encontraba en ningún lugar de la ciudad. Recordé cómo mi mamá las preparaba, así que le propuse abrir un negocio de panadas y salbutes. Ella accedió y me enseñó todo,” cuenta Carcamo.
Aunque mantiene la receta tradicional, Stephanie le da un toque especial a la masa, sazonándola para obtener un sabor único que distingue su producto. “El secreto está en la masa. La obtenemos fresca de la fábrica de tortilla y le añadimos polvo de hornear, sal y recado, pero las medidas exactas son cruciales. Solo con escuchar la receta no obtendrá el mismo resultado. Sazonamos la masa, la amasamos suavemente y la aplanamos. Para el relleno, hervimos el pescado hasta que esté tierno, le quitamos la piel, luego sazonamos y lo cocinamos nuevamente para realzar el sabor. Al rellenar las panades, somos generosos con la cantidad de pescado que cada uno lleva. Ponemos abundante pescado, luego las doblamos y sellamos con cuidado.”
En tan solo veinte segundos, las panades crujientes y rellenas de pescado se fríen a la perfección, combinando sabor y herencia cultural en cada bocado. Con esfuerzo y determinación, Carcamo ha hecho de sus panades una verdadera historia de éxito.
“Es gracioso porque cuando empecé, algunas personas me menospreciaban solo porque vendía panades. Decían cosas como: ‘¿Ustedes venden panades?’, como si no fuera un negocio real. Hirió mis sentimientos, y le decía a mi esposo: ‘La gente me hace sentir mal por esto’. Pero él siempre me animaba: ‘Steph, no te rindas. Haz lo tuyo y hazlo bien’. Creo que debido a que las panades son comida callejera, algunos no respetan a los vendedores. Cuando trabajaba desde una carpa, también sentía esa falta de respeto. Ahora, con mi propia tienda, es diferente, la gente ve esto como algo real.”
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